Cuando
era niña me encantaba sentarme a su lado las frías tardes de invierno y
escuchar durante horas las hermosas historias que él me contaba, sobre como el
amor era lo más maravilloso que había experimentado, me gustaba mucho
escucharlo, cerrar mis ojos e imaginar todos los escenarios de los tiernos y
graciosos momentos. Siempre soñé con conocer a alguien con quien vivir todas
esas aventuras hermosas que él me contaba, encontrar a esa persona que hiciera
brillar mis ojos de la manera en la que los de él brillaban cada vez que hablaba de ella.
Escucharlo
era lo que más amaba en la vida, pensar que algún día yo viviría eso me
emocionaba tanto, no podía esperar a
crecer y experimentarlo ya.
Una
tarde después de escuchar uno de los tantos relatos de amor que él tenía para mí,
le dije “Deseo ser grande, conocer al amor de mi vida, y estar juntos por
siempre SIEMPRE” al momento en que decía
esas palabras, rápidamente sus ojos voltearon al cielo, y poco a poco pude
observar cómo iban llenándose de lágrimas y un profundo y triste suspiro me
congelaba, “¿Qué sucede? Pregunté. “Nada, muñequita, es solo que no siempre la
vida es como un cuento y muchas veces las cosas no son como te imaginas, pero a
pesar de ello debes saber que nunca debes tener miedo de amar, y nunca debes
dejar de luchar, porque aunque muchas veces el amor llega a lastimarte, debes
saber que no hay peor condena que no haber amado. Pero no tienes por qué preocuparte,
yo estoy aquí, y si algún día algo no sale como esperas, yo seguiré aquí para escucharte
y contarte estas locas historias cada vez que quieras” Con una gran sonrisa me
observó y yo corrí a sus brazos para que
me abrazara, con eso sellaba el trato, la promesa; todo estaría bien.
Por
supuesto que yo sabía que era lo que sucedía, nunca le pregunté, pero siempre pensaba
en silencio “¿Por qué si vivieron cosas tan hermosas juntos ella no está aquí?
¿Por qué él se encuentra solo todo el tiempo? ¿Por qué lo escucho llorar en las
noches? ¿Por qué escribe y canta música tan triste? Yo me daba cuenta de todas
y cada una de esas cosas, hoy sé que si tal vez le hubiera preguntado él
estaría aquí, y en estos momentos otra historia se escribiría. A pesar de soñar
tener un amor como el suyo, me aterraba
terminar así, me daba mucho miedo llegar a un día en el que ver el cielo me
hiciera llorar, cantar en las noches canciones tristes que salieran de mi
corazón; terminar así, como él, porque aunque ante mí y ante el mundo nunca
mostró ni si quiera una gota de debilidad, yo sentía el terrible dolor que
llevaba en su pecho
Pocos
meses después de aquella conversación él decidió partir para siempre. Los días
pasaron, meses, años y por mucho tiempo no hubo nadie con quien compartir las frías
tardes de invierno, ya no había quién me contara historias lindas, ni que me
hiciera soñar.
Hoy él no está conmigo , sé
que me observa, sé que me cuida donde quiera que este, no sé qué es lo que
piensa de mí, en estos momentos me
encuentro mal, de la misma manera que él antes de irse, son diferentes
escenarios, pero el mismo dolor, lo que tanto soñaba pasó, pero también lo que
me aterraba, ahora soy yo la que mira al cielo y rompe en llanto, la que no
puede conciliar el sueño, no puedo cantar pero al igual que él me encuentro
sola escribiendo cosas tristes por las noches, amé, construí mis propios
momentos especiales luché, me destrozaron, mi sueño se convirtió en una
terrible pesadilla, pero él no está aquí para contarme sus historias, para
abrazarme, para decirme “todo está bien”.
Me hace mucha falta, sé que si él estuviera aquí, las cosas serían muy
diferentes, hoy se lo que sintió todos esos años, y lo admiro cada vez más, a
pesar del dolor, nunca hubo espacio para rencor u odio en su corazón. En noches
como hoy me gusta pensar que realmente está cumpliendo su promesa y aunque no
lo vea está aquí abrazándome, secando mis lágrimas. Muchas veces he pensado en
hacer lo mismo que él, irme, encontrarlo, verlo, pero sé que no le gustaría que
yo siguiera sus pasos, tengo que ser fuerte y salir delante de esto, no tengo
ni remota idea de cómo, ni con que fuerzas lo haré, pero en cuanto suceda sabré
que no es solo triunfo mío, sino también de él, y sé que de alguna manera lo
ayudaré a descansar en paz. Quiero que me vea y se sienta orgulloso de mí,
tanto como yo lo estoy, a pesar de todo, de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario